Evitemos el engaño con las plantillas ortopédicas

10/01/2018

Las plantillas ortopédicas constituyen un tipo de tratamiento externo que sirve para resolver una inmensa cantidad de problemas y patologías en los pies, pues gracias a ellas podemos variar la posición, altura, inclinación, desviación…en definitiva, nos permiten gobernar y decidir la mejor forma de colocar los pies, y así poder influir y dirigir en la manera de andar.

Sin embargo, muchas veces la función de las plantillas no es la de dominar y cambiar la postura del pie, sino que son necesarias para descargar puntos dolorosos en las plantas, como es en el caso de las patologías provocadas por exceso o mala distribución de las presiones que reciben los pies, siendo por este motivo por lo que disponemos de muchos y variados tipos de materiales con los que podemos confeccionar las plantillas, y todos son correctos siempre que se apliquen de forma adecuada.

Por consiguiente, estaríamos hablando de dos grandes grupos de plantillas, las correctoras o dominantes y las paliativas o de descarga de zonas dolorosas, teniendo presente que las del primer grupo solo tienen efecto corrector cuando son aplicadas durante la edad de crecimiento y formación definitiva del pie, pues una vez terminada esta etapa, solo cumplen la función dominante.

Por tanto, al disponer los podólogos de este tipo de tratamiento, son muchísimas las posibilidades que tenemos para tratar el pie enfermo. Por este mismo motivo es enorme la importancia que tiene hacer un uso correcto de esta gran alternativa de tratamiento y, por consiguiente, es gravísimo hacer de todo esto solo un negocio, solo buscando intereses económicos anteponiéndolos a la salud de los pies. Este comentario es el que da el título al texto presente, dentro del apartado “Hablemos de los pies” de mi página web.

Solo es posible instaurar un tratamiento, dentro de cualquier especialidad médica, después de hacer un diagnóstico de la enfermedad o patología. Esto es más que evidente y, por tanto, es lo que pasa con las patologías de los pies, donde si las plantillas ortopédicas son un tratamiento, este solo puede implantarlo quien ha hecho un diagnóstico de la patología y estamos hablando únicamente de podólogos y traumatólogos, aunque estos últimos, en una gran mayoría, no se dedican personalmente a hacer el tratamiento de plantillas, sino que lo derivan a otros profesionales.

Si esta derivación es a un podólogo, el camino que seguimos es correcto, pero si es a una ortopedia (que es lo más frecuente) el tratamiento queda falsificado, ya que las ortopedias ni saben ni pueden instaurar un tratamiento de plantillas, pues su función se limita a vender plantillas prefabricadas, a pesar que en algunas incluso llegan a confeccionar un molde de yeso o de otro material, que no sirve más que para confundir al paciente, ya que el molde resultante solo lo usarán para saber la medida y el número concreto de la plantilla ya fabricada.

Es cierto que algunas ortopedias disponen del servicio de un podólogo, pero hablamos de una minoría, como también es cierto y muy triste reconocerlo que hay podólogos que entregan a sus pacientes plantillas prefabricadas, lo que personalmente considero un grave engaño no solo hacia el paciente sino también contra la ética profesional podológica.

Pocas derivaciones de tratamientos con plantillas de traumatólogos a ortopedias se hacen de forma desinteresada. La mayoría de veces es por comisiones económicas previamente concertadas o por “amiguismo”, es decir, para favorecer profesionalmente a personas determinadas. Y en los casos que no es así, no deja de ser muy extraño que un traumatólogo cuando aconseja plantillas como tratamiento a un paciente, lo derive a una ortopedia donde sabe que serán prefabricadas en lugar de hacerlo a un podólogo que, después de estudiar el pie, confeccionará la plantilla adecuada en cada caso.

Deberíamos acabar con este tipo de engaño que perjudica no solo directamente al paciente, que no encuentra lógicamente solución a sus problemas sino también indirectamente a los propios podólogos, que nos esforzamos en hacer el tratamiento correcto y nos encontramos con demasiada frecuencia con enfermos escarmentados por engaños repetidos y, por tanto, recelosos al tratamiento con plantillas, persistiendo así el seguir padeciendo las consecuencias de su patología, cuando realmente podría haberse podido solucionar con el tratamiento adecuado.